Los ojos de Murray se encontraban
inyectados de furia y recorría el camino muy apresurado y destruyendo parte de lo
que se encontraba a su paso. El cuerpo expedía una luz radiante color naranja y
que llevaba a asustar a la naturaleza. Los científicos le cortaron el poder a
Carla impidiéndole a esta tener contacto con la naturaleza y estar enajenada de
lo que pronto sucedería. Por la mente de Miranda solo pasaban recuerdos tristes
que hacían que su cabello se tornara del color de la arena y sus lágrimas al
caer en el suelo se convertían en pequeñas flores amarillas que desaparecían en
segundos. Carla, se internó en el mar hasta que el agua rozo sus rodillas pálidas
y allí comenzó a mover con su mano el agua haciendo un tipo de obra artística que
se pintaba en el cielo y estampaba la escena de un paisaje lleno de árboles,
para entretener a los otros. La noche calló de un momento a otro y la obra que
Carla había pintado en el mar aún se reflejaba majestuosa en el cielo. Miranda encendió
una fogata inmensa para calentar al grupo, mientras que Francisco ojeaba la
espesura del bosque que era iluminado por la luz de Murray, por otro lado los
Fost se encaminaban por el lado noreste para atacar el campamento de los fenómenos.
- ¿Michel donde te metiste?- pregunto
Carla, esperando respuesta alguna de la niña, pero lo que recibió fue el crujir
de la fogata.
El silencio se vio interrumpido por John, un
chico de 13 años un poco bromista y que con su capacidad de mover los objetos
le gustaba jugar bromas a las personas. –Se volvió invisible y se fue en esa dirección.
Pensé que regresaría.-
-¿Hace cuánto fue eso John?- le pregunto
Miranda
-Pues no va ni media hora. Aún podemos
seguir las huellas.- Señalando las pisadas.
-¡Yo voy!- dijo Carla y emprendió la búsqueda
antes de que le rechazaran el hacerlo.
Michel estaba tan preocupada por la pérdida de Raquel, que decidió ir a
por ella, no supo cómo lo hizo, pero al fin consiguió poner en práctica su
poder y usarlo a su favor, así partió en búsqueda de su mentora introduciéndose
por la selva. Aquella isla era influenciada mayormente por los fenómenos y
todos los paisajes eran de una maravilla exquisita, allí en todas partes se
respiraba armonía con Tupzi y tenían toda la comodidad que necesitaban. Michel
cruzó por las piscinas de vapor, que eran unos estanques donde el agua hervía y
soltaba vapor, semejante a las saunas. Los científicos le echaban el ojo a la
niña y la dirigían hasta los Fost. La doctora no perdía de vista a Murray que
ya se aproximaba al campamento. Por su parte Charlin y Raymond llegaron al
cuarto donde estaba Raquel. Se toparon con que en el interior de la habitación había
dos oficiales y estos les pidieron que se identificaran. Charlin comenzó a
hablarles en voz alta y directa a los ojos.
-Aquí no pasa nada, ustedes nos ayudarán y harán
lo que yo diga sin importar lo que sea.- al culminar la oración, los guardias
recitaron la oración y quedaron hechizados. Charlin sonrió y le dijo a Raymond.-
Al fin puedo volver a usarlo. Había olvidado lo bien que se siente.
-No celebres aún, ahora viene la parte más
ardua.- le expresó Raymond.
Raquel
yacía en una camilla conectada con unos sueros bajo una lámpara gigante y
conectada a un monitor que plasmaba unas
imágenes distorsionadas de una ciudad destruida y con personas arrojadas por el
suelo. Poco tardaron en darse cuenta que Raquel sobrevolaba la ciudad e infundía
el terror en quienes la observaban. Eso era lo que querían hacer después de
todo, no querían que odiaran a los fenómenos sino más bien que les temieran.
Raymond
comenzó a buscar algo en una bandeja que tenía algunos medicamentos y comenzó a
tomarlos en las manos. Reunió 5 frascos y los coloco en otra bandeja y con una inyección
comenzó un cóctel. Charlin vigilaba los signos vitales de Raquel y miraba a su
vez las imágenes de la pantalla. No lo decía, pero sentía lastima al ver lo que
le querían hacer a los de su especie, todo por ser distintos. Ellos no hacían daño,
solo eran distintos y si los dejaban vivir en armonía ellos serían felices.
-Listo- dijo Raymond cargando una aguja
llena de una sustancia multicolor.
-¿Suero despertador?- pregunto Charlin.
-Eso mismo, esperemos el mejor momento.
Cuando bajen los latidos de su corazón lo hacemos o mejor dicho lo haces, para
yo aguantarla. ¿Está bien?
-Si.
Observaron juntos la pantalla esperando el
momento indicado para colocar la sustancia.
En la playa, Murray llegaba y se enfrentaba a
Francisco en una lucha de poderes. Murray traía consigo un garrote lleno de
puyas y Francisco había preparado una lanza con la punta de un pez espada que
Carla logro atraer a la playa. La fogata se había extinguido por el aguacero
torrencial que caía sobre la región, los relámpagos hacían un festín en las
aguas del mar y donde había estado el lienzo de Carla, ahora había unas nubes
cargadas de agua. El cuerpo de Murray brillaba aún y los ojos de Francisco
tomaron la forma de felino que tuvieron meses atrás cuando amaneció en el
cuarto. La playa se convertía en el campo de batalla, los contrincantes tenían las
miradas fijas y de sus cuerpos salía vapor. La sangre caliente le recorría las
venas, mientras que en el interior del bosque Michel se topaba con un Fost que le
sonrió antes de atraparla. El grito de la niña se escuchó por toda la isla y
saco de la concentración a Murray y Francisco. Estos cayeron en tiempo, mientras
la doctora Marcel no se explicaba que sucedía. Ya que los controles se habían
paralizado y la alarma del laboratorio se activó.