lunes, 28 de diciembre de 2015

¿Qué Color Llevas?

    Los ojos de Murray se encontraban inyectados de furia y recorría el camino muy apresurado y destruyendo parte de lo que se encontraba a su paso. El cuerpo expedía una luz radiante color naranja y que llevaba a asustar a la naturaleza. Los científicos le cortaron el poder a Carla impidiéndole a esta tener contacto con la naturaleza y estar enajenada de lo que pronto sucedería. Por la mente de Miranda solo pasaban recuerdos tristes que hacían que su cabello se tornara del color de la arena y sus lágrimas al caer en el suelo se convertían en pequeñas flores amarillas que desaparecían en segundos. Carla, se internó en el mar hasta que el agua rozo sus rodillas pálidas y allí comenzó a mover con su mano el agua haciendo un tipo de obra artística que se pintaba en el cielo y estampaba la escena de un paisaje lleno de árboles, para entretener a los otros. La noche calló de un momento a otro y la obra que Carla había pintado en el mar aún se reflejaba majestuosa en el cielo. Miranda encendió una fogata inmensa para calentar al grupo, mientras que Francisco ojeaba la espesura del bosque que era iluminado por la luz de Murray, por otro lado los Fost se encaminaban por el lado noreste para atacar el campamento de los fenómenos.
- ¿Michel donde te metiste?- pregunto Carla, esperando respuesta alguna de la niña, pero lo que recibió fue el crujir de la fogata.
El silencio se vio interrumpido por John, un chico de 13 años un poco bromista y que con su capacidad de mover los objetos le gustaba jugar bromas a las personas. –Se volvió invisible y se fue en esa dirección. Pensé que regresaría.-
-¿Hace cuánto fue eso John?- le pregunto Miranda
-Pues no va ni media hora. Aún podemos seguir las huellas.- Señalando las pisadas.
-¡Yo voy!- dijo Carla y emprendió la búsqueda antes de que le rechazaran el hacerlo.
    Michel estaba tan preocupada por la pérdida de Raquel, que decidió ir a por ella, no supo cómo lo hizo, pero al fin consiguió poner en práctica su poder y usarlo a su favor, así partió en búsqueda de su mentora introduciéndose por la selva. Aquella isla era influenciada mayormente por los fenómenos y todos los paisajes eran de una maravilla exquisita, allí en todas partes se respiraba armonía con Tupzi y tenían toda la comodidad que necesitaban. Michel cruzó por las piscinas de vapor, que eran unos estanques donde el agua hervía y soltaba vapor, semejante a las saunas. Los científicos le echaban el ojo a la niña y la dirigían hasta los Fost. La doctora no perdía de vista a Murray que ya se aproximaba al campamento. Por su parte Charlin y Raymond llegaron al cuarto donde estaba Raquel. Se toparon con que en el interior de la habitación había dos oficiales y estos les pidieron que se identificaran. Charlin comenzó a hablarles en voz alta y directa a los ojos.
-Aquí no pasa nada, ustedes nos ayudarán y harán lo que yo diga sin importar lo que sea.- al culminar la oración, los guardias recitaron la oración y quedaron hechizados. Charlin sonrió y le dijo a Raymond.- Al fin puedo volver a usarlo. Había olvidado lo bien que se siente.
-No celebres aún, ahora viene la parte más ardua.- le expresó Raymond.
    Raquel yacía en una camilla conectada con unos sueros bajo una lámpara gigante y conectada a  un monitor que plasmaba unas imágenes distorsionadas de una ciudad destruida y con personas arrojadas por el suelo. Poco tardaron en darse cuenta que Raquel sobrevolaba la ciudad e infundía el terror en quienes la observaban. Eso era lo que querían hacer después de todo, no querían que odiaran a los fenómenos sino más bien que les temieran.
    Raymond comenzó a buscar algo en una bandeja que tenía algunos medicamentos y comenzó a tomarlos en las manos. Reunió 5 frascos y los coloco en otra bandeja y con una inyección comenzó un cóctel. Charlin vigilaba los signos vitales de Raquel y miraba a su vez las imágenes de la pantalla. No lo decía, pero sentía lastima al ver lo que le querían hacer a los de su especie, todo por ser distintos. Ellos no hacían daño, solo eran distintos y si los dejaban vivir en armonía ellos serían felices.
-Listo- dijo Raymond cargando una aguja llena de una sustancia multicolor.
-¿Suero despertador?- pregunto Charlin.
-Eso mismo, esperemos el mejor momento. Cuando bajen los latidos de su corazón lo hacemos o mejor dicho lo haces, para yo aguantarla. ¿Está bien?
-Si.                                                                                                                                                   
Observaron juntos la pantalla esperando el momento indicado para colocar la sustancia.

    En la playa, Murray llegaba y se enfrentaba a Francisco en una lucha de poderes. Murray traía consigo un garrote lleno de puyas y Francisco había preparado una lanza con la punta de un pez espada que Carla logro atraer a la playa. La fogata se había extinguido por el aguacero torrencial que caía sobre la región, los relámpagos hacían un festín en las aguas del mar y donde había estado el lienzo de Carla, ahora había unas nubes cargadas de agua. El cuerpo de Murray brillaba aún y los ojos de Francisco tomaron la forma de felino que tuvieron meses atrás cuando amaneció en el cuarto. La playa se convertía en el campo de batalla, los contrincantes tenían las miradas fijas y de sus cuerpos salía vapor. La sangre caliente le recorría las venas, mientras que en el interior del bosque Michel se topaba con un Fost que le sonrió antes de atraparla. El grito de la niña se escuchó por toda la isla y saco de la concentración a Murray y Francisco. Estos cayeron en tiempo, mientras la doctora Marcel no se explicaba que sucedía. Ya que los controles se habían paralizado y la alarma del laboratorio se activó. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

¿Qué Color Llevas?

    Llegaron a la playa justamente cuando el sol despuntaba en el horizonte. Aquel paisaje pasó de ser gris a llenarse de colores y vida.
-Armaremos una barreara justo aquí.- Dijo Francisco al grupo, señalando un lugar con algunos troncos que podían servir de barrera.- tenemos una gran ventaja y es que la playa solo tiene una entrada. Eso nos será de gran ayuda.
-Tenemos que protegernos, no sabemos cómo están llegando esas cosas a la isla. Parecería ser una venganza de Tupzi.- se expresó Carla, mientras prestaba atención a los ruido que escuchaba.- Se aproximan muy despacio. Son torpes, hacen mucho ruido.
    Desde un tronco hueco se escuchó la vocecita de una niña de algunos 10 años que se llamaba Michel y era la más pequeña del grupo y aún no sabía controlar mucho sus poderes. Cuando el miedo la apoderaba, como ahora, se volvía una especie de holograma. Michel podía ser invisible, pero aún no lo sabía manejar muy bien. –Tenemos que encontrar a Raquel.- se expresó. La chica desaparecida era su mejor amiga y su mentora.
-La encontraremos, eso te lo aseguro.-Le dijo Francisco, que ya comenzaba a sentirse el líder del grupo.
-Yo la buscaré- dijo Murray algo autoritario.- Todos esperen aquí y hagan la barrera, mientras busco a Raquel.
    Todos quedaron en silencio y nadie opino lo contrario. Francisco sentía un fuerte coraje, que era impulsado por los científicos, pero este supo controlarlo. La doctora Marcel estaba furiosa y la impotencia ante el poder mental de Francisco la llevaba a un estado de hostilidad. El ambiente en la isla era un poco tenso y con la partida de Murray, Francisco volvió a tener el control y continúo con su trabajo. Todo comenzó dándole gracias a Tupzi, por ser su guardián y le pidieron que los orientará. Luego agradecieron a la naturaleza y le pidieron el permiso correspondiente para usarla de protección. La playa se convertiría en el fuerte de los fenómenos.

     Murray se adentró en el bosque y recorría los lugares, donde sospechaba que podría estar Raquel, pero como era de esperarse no la encontró. Al llegar a su refugio en la falda del volcán se topó con un Fost con el brazo de lanza. Este era aterrador y en sus pupilas se apreciaba la falta de humanidad. El monstruo se le abalanzó encima y antes de que Murray pudiera actuar con uno de sus poderes, se vio cegado por el enorme peso del robot. Carla, en la playa, escuchó lo que pasaba y se lo informó a sus compañeros. La lucha era ventajosa para el robot, pero Murray consiguió aferrarse de un cable del brazo y lo arranco, dejando así que el brazo del Fost sufriera unas convulsiones hasta paralizarse. El fenómeno ahora tenía una ventaja sobre este y dominándolo agarro una liana, que la multiplico con su poder y amarró al monstruo, mientras Carla informaba toda la situación. El chico le hablaba al Fost, pero este solo soltaba murmullos inteligibles. El fenómeno perdió su paciencia y en un arrebato de furia agarro por la cabeza al monstruo y con sus manos irradio un tipo de energía que provoco que el cuerpo del robot cayera al suelo desintegrándose. Murray infundido en furia emprendió camino a la playa donde ya habían comenzado a hacer la barrera. Los recuerdos que le influían a Murray desde el laboratorio, eran momentos de su juventud donde había sido fuertemente burlado por otros chicos. Pero en el laboratorio los habían alterado para que el rostro del chico que le trataba mal, fuera el de Francisco. Por otra parte a Francisco se le inyectaban recuerdos de momentos triunfantes, para que este se sintiera superior.

    En un cuarto completamente aislado del centro principal, yacía bajo observación el cuerpo de Raquel. Mientras la doctora Marcel estaba ofuscada analizando y aprobando  los pensamientos que filtraban los científicos a Francisco y a Murray. En ese momento Raymond y Charlin iban en camino al cuarto de Raquel para librarla del tormento que pasaba.

viernes, 18 de diciembre de 2015

¿Qué Color Llevas?

    Lo que les sucedía mientras dormían era solo un apagón de conexiones que hacían los científicos para poder así recuperar los datos que durante el día no podían. Aquella escena era perturbadora para cualquier persona que fuera bastante sensible. Los tubos que les conectaban a la cabeza extraían un líquido de una textura espesa y un color crema parecido al pus. Estos tubos iban a una especie de filtro que limpiaba la sustancia y le quitaba la información necesaria que contenían y las llevaban a las computadoras. Luego el líquido volvía al cerebro del fenómeno con una información filtrada. El tubo que llevaba el líquido de un fenómeno tenía un escape que los científicos pasaron por alto hasta ese momento, cuando la sustancia no pudo llegar al cerebro de Raquel siendo un peligro para todos y para ella. Esto conllevaba una serie de efectos en cadena. Si el líquido no llegaba al cerebro de su receptor, la persona entraría en un estado de catástrofe llevándolo a la muerte o convirtiéndolo en una persona completamente vegetal. El líquido se desparramo por todo el lugar y la especie de pus se adhirió al suelo haciendo de esta una mezcla pegajosa y resbaladiza. Rápido se activó la alarma y el equipo de salud fue a limpiar y asegurar el perímetro. Aquello era peligroso para todos, pero la doctora decidió no abortar la misión y continuar con los estudios. La pobre Raquel calló en un estado de convulsión severa, pero por suerte no le ocurrió lo que se supondría que pasara. Esta se levantó y se desprendió de toda la maquinaria y atacó a uno de los científicos. Su pelo estaba alborotado y sus pupilas muy dilatadas, ella no sabía dónde estaba y todo lo que le rodeaba era peligro. Sus poderes se activaron y su pelo se prendió en fuego, mientras que sus manos parecían antorchas vivas. Comenzó a lanzar bolas de fuego por todo el recinto y las personas corrían despavoridas. Sus ojos se tornaron completamente oscuros y de su espalada le salieron alas. La Doctora Marcel observaba todo desde su oficina en la esquina superior del recinto y cubierta por un cristal blindado. Raquel miro hacia el techo mientras lanzaba una bola de fuego que consumía parte del mismo y ella salía volando tras aquel círculo que ardía, pero no llego tan lejos antes que la doctora encendiera la cajita cerebral haciéndola caer como pájaro cazado por un cazador experto. El pelo de la chica ahora soltaba volutas de humo que se consumían en aquel aire lleno de tensión. Un equipo especial de seguridad llegó y le inyectaron un tranquilizante a Raquel, mientras le colocaban unas esposas algo extrañas en forma circular, que le impedía mover sus manos. La doctora desconocía que el fenómeno tenía alas así que la llevaron a un laboratorio para examinarla. Raymond sabía que era una mutación por los ejercicios que les estaban haciendo. Mientras todo en el recinto era un desastre, en otro lugar comenzaba otra prueba.
    En la isla el crujir de aquel metal se hacía más fuerte, era el mismo sonido que hacen los submarinos cuando bajan a las aguas profundas y la presión del agua es muy fuerte, y se siente ese sonido que pone la piel de gallina. Todos despertaron, pero no encontraron a Raquel, lo cual por primera vez sintieron el miedo y el desconocimiento. La doctora estaba muy ofuscada con la chica que olvido dar la señal para que manipularan un recuerdo. Este era el momento que Charlin y Raymond esperaban, esta era la chispa que encendía la leña verde, haciendo una capa de humo que los atraparía a todos. La chica miro a su amigo, mientras se guardaba la cuchilla que arruino la manga del tubo y sonrió, este le devolvió la sonrisa y con un asentamiento de cabeza se desplazó hasta un botón de un color verde, esto era lo que continuaba. La Doctora había olvidado dar la orden de paralizar todo, por lo que el científico librándose de toda culpa y con algo de mala fe, continúo con su trabajo, presionando el botón, lo que hacía era desplazar a la isla los llamados “Fost” que eran una especie de humanos, pero hechos en computadoras. Eran una especie de hombres robóticos que causaban algo de temor por su estructura física, eran altos, con unos pies muy grandes y uno de sus dos brazos era en metal y tenía alguna arma. Algunos tenían una especie de alicate, otros alguna lanza o punta filosa, muchos unos dedos mecánicos que no median su fuerza al agarrar los objetos, su jefe era el único que tenía la capacidad de cambiar el arma y podía tener la que él quisiera. En los ojos de los Fost no podías ver nada, pues eran robots y carecían de toda la esencia, pero había uno que si tenía diferencia ante todos. Era un Fost un poco más bajo que los demás, solo por algunos centímetros. Esto lo hizo Raymond con su conocimiento en el campo de la robótica y era el que llevaría el mensaje. Lo infiltro para que su misión fuera viento en popa. Cuando este activo a los Fost la Doctora pegó un grito, pero ya era tarde. Ella misma había hecho que los científicos no pudieran revertir la misión una vez activada. Ya no había marcha atrás y los humanoides salían del Tupzi.
    Los fenómenos salieron a la playa en búsqueda de Raquel. En la vanguardia iba Murray que expulsaba de su cuerpo una luz fluorescente pareciendo un palito de esos que alumbran en la noche. En la retaguardia iba Ricardo con la misma apariencia. Mientras que el grupo miraba a su alrededor y activaban sus respectivos poderes. Una de las chicas descubrió un poder nuevo y se asombro de que desde su mano expulsara un haz de luz como una linterna. Muchos otros irán descubriendo sus poderes a través del tiempo. El crujido de metal se detuvo de momento, dando a su paso un silencio que no duro mucho pues desde la cima del volcán se escuchó un grito desgarrador y gutural proveniente de un Fost. Todo el grupo volteo a ver y vieron a tres de ellos en la cima.  No sabían lo que eran, pero sospechaban que eran peligrosos.
-Tenemos que protegernos.- dijo Francisco.- no podemos correr riesgo. Sé que algo extraño ha sucedido. Debemos buscar a Raquel y ver que está pasando.
-Coincido contigo. Debemos ver que es lo que sucede. Esto no está bien.- le dijo Murray mientras convertía una hoja del suelo en una mochila color verde.- Debemos buscar conque protegernos, no estamos seguro en la selva, vayamos a la playa y allí armaremos un plan.
-No nos distanciemos muchos y si alguien es atrapado por los…- Miranda se quedó en silencio pues no sabía el nombre de los humanoides, pero pronto lo recordó.- Fost, griten y Carla los escuchara.
    Carla era una chica menuda, con apenas 16 años que tenía un oído muy sensible y que sus poderes provenían de los animales. Tenía vista de águila, trepaba como un mono, tenía la fuerza de las hormigas y muchas características más.
   La Doctora Marcel fue directo a donde Raymond.
-¿Porqué encendió usted el botón de los Fost, sabiendo que estábamos en una situación de emergencia?- le pregunto la Doctora, mientas no le quitaba el ojo de encima.
-No habíamos abortado la misión, esa fue su orden. No recibí una orden contraria. Así que continúe con la misión.
-Bien.- fue lo que Raymond recibió de Marcel.- pero si me entero de que lo hizo con toda intención. Ya sabe que le puede suceder.  ¿Verdad?-
Raymond sabía muy bien lo que le ocurría a los que intentaban ir en contra de la organización. Ya habían perdido a mucho de sus amigos en manos de la doctora. Los desterraban a la ciudad y esta no era nada buena desde un tiempo para acá, luego de la tormenta que se desato y dejo a las personas algo trastornadas.
Raymond trago hondo y contesto con un firme sí. El no flaquear le dio a la doctora un poco más de confianza.

-Continuemos entonces.- dijo la doctora, mientras se iba a su oficina.

lunes, 7 de diciembre de 2015

¿Qué Color Llevas?

     Aquella isla era un cambio constante de clima y la extrañeza de todo era ver como el ecosistema rápidamente se adaptaba y variaba con una facilidad increíble. La isla era pequeña, quizás unas 20 millas de ancho por 17 de largo y  era en forma circular, solo tenía una playa a la que llamaban “playa libertad” el mote le surgió por ser el único lugar que estaba libre en la isla, todo lo demás estaba rodeado por acantilados y en el centro había un volcán inactivo, pero que pronto desataría su furia. En aquel lugar vivían 8 personas, 4 hombres y 4 mujeres, todos iguales que Francisco y Miranda. Las edades fluctuaban desde 7 hasta 50 años y ninguno sabía porque estaba allí, ni el tiempo que habían vivido en ese lugar. El tiempo para ellos era lo de menos, no existía el reloj, los días no eran iguales y no existía algo constante. A veces el Sol salía dos horas y luego se ocultaba. Otras la Luna aparecía con un cielo azul, así como en las mañanas y algunas veces el sol salía en un cielo oscuro, pero era una estrella apagada que solo irradiaba un haz de luz débil y lo demás que se veía era una bola de cenizas. Los colores que veían no tenían nombre, ni les importaba. Se alimentaban de lo que les ofrecía la naturaleza y vivían en una cueva que los llevaba al interior del volcán que le llamaron Tupzi y que para ellos era la deidad más importante de la naturaleza. Tenían dioses y practicaban una religión liberal. Todos los días, al despertar, entonaban cantos de alegrías e iban al bosque en búsqueda de su desayuno. Cuando lo conseguían, se iban a un claro y allí comían lo que la naturaleza les brindaba, luego se repartían para ir a hacer las distintas actividades que les requería su instinto. Para ellos esto era felicidad, pero para Charilin y Raymond, esto era un castigo y una tortura. Lo que intentaba la OMPECDF era ver las reacciones que enfrentaba el ser humano ante situaciones de hostilidad y ponían a los habitantes en estados de peligro, pero estos no eran tan increíbles como los que enfrentarían de ahora en adelante con la llegada de los otros dos nuevos integrantes a la manada de fenómenos y los más importantes. La fase dos constaba de poner en situaciones altamente peligrosas a los individuos para analizar el comportamiento, cambio de neuronas y funciones toxicológicas que el cuerpo de los pacientes experimentaría. Los últimos fenómenos llegarían una noche pacifica en la que los otros estarían sentados frente a una fogata intentando debatir sobre aquel cometa  que pasaba de vez en cuando por aquellos lares.

    Los fenómenos de un momento a otro se quedaron dormidos, como si un botón hubiera sido presionado y apagado su cuerpo por algunos segundos. Allí desde un cielo estrellado bajaron, levitando, dos cuerpos como si fueran extraterrestres de aquella isla. Los cuerpos de Francisco y Miranda fueron depositados sobre un tronco hueco y lleno de hojas, luego de que los cuerpos yacieran inmóviles, desapareció la luz. La noche se volvió rebelde y un viento frió se levantó igual que se levantaban todos y conversaban como si nunca hubiera sucedido nada. El grupo sabía que había crecido y les dieron la bienvenida a los nuevos integrantes, como si hubieran sido familiares que llegaban del exterior. Ricardo que era un chico de 15 años y de pelo oscuro, con tez blanca y de una voz un poco gruesa, les dio la bienvenida.

-Tanto tiempo sin verlos, ya los esperábamos.- mirando al grupo que se encontraba a sus espaldas. ¿Cierto chicos?-
Todo el grupo respondió al unísono. – Si-
-Esperemos que hayan viajado bien.- Retomo la conversación el chico.- Ahora a comer, que Antonieta encontró unos frutos exquisitos y Leonardo mato unas aves jugosas.-

    Francisco y Miranda no conocían a estas personas, pero la OMPECDF les manipulaba el cerebro a todos ellos, para que no supieran que sucedía en realidad con ellos.

     Charlin estaba muy molesta y tuvo que controlar sus ánimos, mientras Raymond se abstenía a no revelarse y echar el plan por la borda. La chica tuvo que ir al baño para descargar su furia con cualquier objeto a su paso. En la cara de la Doctora Marcel se podía notar una satisfacción y un placer descomunal.  

    Los fenómenos se sentaron cerca de una fogata que había hecho Ricardo. Este tenía el poder de crear fuego con las manos y manipularlo con las mismas, también tenía muchos otras habilidades. Todos comenzaron a tararear una canción mientras sobre una montaña se asomaban los primeros rayos de un sol que no garantizaba otro día. Estuvieron horas y horas largas hablando de cosas que ellos creían que habían hecho, pero en realidad lo que decían era el resultado de lo que los científicos les colocaban en sus cabezas. Estos les colocaron su primer recuerdo, manipularon las imágenes de sus familiares, sus regalos de navidades y hasta ciertamente el lugar donde vivían. Les estaban haciendo creer un mundo ficticio en sus cabezas.

    El sueño pronto los abatió y estos se fueron a su morada en el volcán. Al llegar a la falda de la misma, Murray que era un niño de algunos 10 años tomo un árbol seco y que a la vista parecía muerto y lo abrazo, le transmitió algo y aquel árbol que era un manzano, rápidamente se vio verde, fuerte y lleno de frutos jugosos. En la isla existía una ley que todos conocían, aquella era “No dejar morir las cosas que nos rodean, si el salvarla está en nuestras manos.”  Siguieron con paso firme hasta su morada.

    Su refugio era una especie de cueva, pero tenía divisiones y una habitación en común. El sueño lo encontraron rápido y así durmieron plácidamente sin saber lo que pronto se desataría.


    En el laboratorio, la Doc se sentaba con una taza de café y escribía en un cuaderno algunas cosas. Entre ellas había una lista donde en mayúscula se podía leer “DESTRUCCIÓN TOTAL.”

miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿Qué Color Llevas?

     Los cuerpos de Miranda y Francisco fueron transportados por un pasillo estrecho e inmenso, las paredes eran de cristales y se podían ver algunos cuartos. En muchos de estos se podían ver personas, todas en batas blancas, trabajando en computadoras, pizarras y un sin número de objetos. Una de las habitaciones parecía una sala de cirugías. Allí había aproximadamente 5 cuerpos, todos hombres, bajo una luz inmensa y personas con instrumentos bregando en los cuerpos de estos. El convoy se desplazaba por aquel pasillo a un paso estable, en la vanguardia iba la Doctora Marcel, la señora del parcho. Luego tras ella unos guardias vestidos con batas azules y unas armas largas, seguido de los oficiales iba un chico con lentes y haciendo apuntes en una libreta. Este chico se llamaba Raymond y a él le seguía una chica pelirroja de lentes, también, blanca y apuesta, que llevaba otra libreta de apuntes, los dos se miraron al mismo tiempo, sonrieron y volvieron a sus apuntes. La chica era Charlin. Las camillas iban de tras de la chica y eran llevadas por dos adolescentes con el rostro marcado por el acné, los guardias eran estrictos a la hora de transportar los cuerpos y al menor sonido rápido miraban a su alrededor. El cierre del convoy iba dirigido por 5 guardias semejantes a los primeros. El pasillo parecía no acabar, pero todo era un espejismo. Llegó un punto en el pasillo donde se detuvieron. Allí no había puertas, ni ventanas. Lo que había era una pared blanca sin ningún letrero o símbolo. La doctora Marcel, extendió sus uñas finas y esmaltadas de un color rosado. Justo al frente del convoy una gran puerta se dejó notar, la doctora paso su llave de acceso e inmediatamente aquella puerta dejo ver lo que ocultaba en su interior.
    El cuarto era inmenso y justo en el medio de la habitación se alzaba una columna llena de computadoras e imágenes. De estas computadoras salían unos cables que iban a parar a los muchos cuerpos que estaban en la habitación. Todos eran diferentes y había una cantidad casi semejante de hombres y mujeres.  En dos espacios vacíos se podía leer en un cartel “F1” F2” respectivamente. En esos lugares colocaron los cuerpos de Miranda y Francisco, siendo ella la F1 y él F2. Les conectaron cables a los cuerpos, mientras Raymond y Charlin seguían pendientes a sus libretas. Las cajas cerebrales se encendieron y rápido salían las imágenes en la pantalla.
-Comienza fase dos.- La Dra. Marcel tenía una voz gruesa. Señalo una pantalla del computador y dijo.- Enciéndala a la cuenta de tres… uno, dos y tres-
Un muchacho rubio presionó un botón amarillo e instantáneamente los cuerpos de todos los fenómenos, 10 en total, comenzaron a sacudirse. En el rostro de la doctora se reflejó una sonrisa macabra. -Ahora solo queda esperar.- se volteo y salió de la sala, dejando a todo el equipo allí.
Charlin y Raymond intercambiaron miradas y ahora si podían dirigirse la palabra. Él le pregunto a ella.-  ¿Cuándo ejecutamos nuestro plan?
-Solo es cuestión de esperar. Ahora la doctora está muy emocionada y estará muy pendiente a los detalles. No podemos echar todo por la borda. Ahora tienen a todos los que necesitan.
-Sí, lo sé, pero no soporto ver como tratan a los de nuestra espe…
-Shhhhh- le interrumpió Charlin, mientras miraba a su alrededor para ver que nadie los escuchara.- No lo digas alto, ya sabes el riesgo que corremos y como pudimos alterar todo para entrar. Tenemos que ser precavidos.
-Lo sé, lo sé. Todo por nuestros hermanos.- Hizo un gesto poniendo los ojos en blancos, sinónimo de que Charlin repetía siempre lo mismo.
Raymond tenía la mirada puesta en los fenómenos. Los cuerpos de los últimos dos integrantes comenzaron a moverse. –Ya están entrando a la isla. Míralos.-
-No, sabes que no me gusta ver ese proceso.- Charlin volvía a su libreta de anotaciones y Raymond analizaba las cajas cerebrales.
Los cuerpos eran transportados a una isla donde pasarían el resto de los estudios.